El pasado 9
de Abril con la inauguración de la
exposición “Entre hilos” en la Casa del Coleccionista de Gáldar, comenzó el
programa de actos que el G.F. Los
Cebolleros de Gáldar han preparado para su II Jornada Cultural, dicha exposición hasta el momento ha recibido
un número considerable de visitas y permanecerá
abierta hasta este próximo Domingo día 3 de Mayo.
Uno de esos actos programados se celebrará este
próximo Viernes día 24 de abril a las
ocho de la tarde, en la sala multiusos
de la biblioteca Gáldar cita en la c/ Guaires Nº33, tendrá lugar la conferencia
“Los Procesos de Trabajo y el Género: Las labores de aguja en las mujeres de
Gran Canaria a mediados del siglo XX”
impartida por el técnico de cartas etnográficas de la Fedac en su 25º
aniversario, D. Francisco Mireles Betancor.
La entrada es gratuita y están todos invitados a
disfrutar de esta conferencia que tiene una duración estimada de una hora aproximadamente y que esta, también,
dentro de los actos que aglutina el programa preparado para conmemorar el día
mundial del libro.
El origen de los calados parece estar localizado
entre la frontera portuguesa y las provincias andaluzas y extremeñas, dada la
similitud de determinadas técnicas que en el desarrollo insular, han encontrado
una particular manera de manifestarse.
La confección de los calados se realizó dentro de la
unidad de producción familiar, al menos hasta 1891, año en que comienza a
organizarse bajo el esquema de explotación estilo madeirense. Ya en 1901, el
éxito productor y el auge en la demanda externa, benefician la apertura de la
primera casa exportadora de calados insular.
El principal centro receptor en esos momentos fue
Londres, que además tenía el monopolio en el abastecimiento de las materias
primas para la industria.
La mano de obra necesaria era eminentemente
femenina, se obtenía básicamente, en el ámbito rural, y concretamente, en las
zonas dedicadas a monocultivos agrícolas estacionales.
Sin embargo, al acabar la Primera Guerra Mundial, la
demanda de calados disminuyó considerablemente, y el número de caladoras fue
mermando progresivamente hasta la década de 1950, momento en el que se crea la
Sección Femenina, que reactiva este tipo de producción, dándole mucho auge.
Dentro de las actividades artesanas tradicionales de
Canarias los calados siguen siendo considerados como uno de los trabajos más
delicados y minuciosos del sector artesano. Podemos añadir, sin miedo a
equivocarnos, que el calado ha sido la labor artesanal con mayor proyección en
los mercados internacionales (Inglaterra, Estados Unidos, y en menor medida,
Alemania y Francia). A lo largo del siglo XX, a pesar de la competencia
extranjera (escosesa, madeirense y japonesa), esta producción logró mantenerse
gracias a la mano de obra barata y femenina de los sectores populares más
desfavorecidos. Así el intermediario y empresario aportaba la tela y compraba
el producto final, la repartidora que servía de enlace con el empresario
repartía las telas una vez marcadas y las caladoras realizaban el trabajo. El
otro modo de producción era por encargo, donde el cliente daba la tela a la
caladora a la vez que se acordaban un precio.
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