Viene a mi mente un
recuerdo del mes de marzo del año 2000 como si fuese hoy. Coincidiendo con una
festividad de la Virgen de La Vega, me dijeron de ir a visitar a un señor del
que había oído hablar en numerosas ocasiones, un hombre que ya rozaba los 85
años, al que se veía muy afectado por la enfermedad mental que padecía y que a
pesar de estar encamado, fue su casa donde pasó sus últimos años
Éramos unas 5 personas las que nos encontrábamos en su dormitorio y allí en su cama estaba él, muy tranquilo, se palpaba lo bien cuidado que le tenían. Debido al avanzado deterioro que sufrió por la enfermedad, no conocía a nadie y tenía sus ojos cerrados, parecía estar más en otra orbita. Empezamos con la parranda que teníamos prevista y para mi sorpresa ese hombre abre sus ojos y cambia su cara al ver el panorama que en su habitación estaba aconteciendo. Sobre la marcha hace señas para coger la guitarra, yo incrédulo de lo que estaba viendo, pensé, para qué querrá este hombre la guitarra. Pues ni corto ni perezoso, empezó a tocar los acordes de forma correcta, no sé de dónde sacó las fuerzas, pero la verdad es que el hombre dejó boquiabierto a todos los que allí estábamos. En ese mismo momento entendí muchas cosas que me habían contado de él, que por mi juventud en aquel entonces no había podido ver en persona, pero con el gesto de la guitarra, pude suponer lo que había significado la música en su vida y lo parrandero que fue, pero sobre todo, lo que aportó al folclore y la música en Gáldar.
Éramos unas 5 personas las que nos encontrábamos en su dormitorio y allí en su cama estaba él, muy tranquilo, se palpaba lo bien cuidado que le tenían. Debido al avanzado deterioro que sufrió por la enfermedad, no conocía a nadie y tenía sus ojos cerrados, parecía estar más en otra orbita. Empezamos con la parranda que teníamos prevista y para mi sorpresa ese hombre abre sus ojos y cambia su cara al ver el panorama que en su habitación estaba aconteciendo. Sobre la marcha hace señas para coger la guitarra, yo incrédulo de lo que estaba viendo, pensé, para qué querrá este hombre la guitarra. Pues ni corto ni perezoso, empezó a tocar los acordes de forma correcta, no sé de dónde sacó las fuerzas, pero la verdad es que el hombre dejó boquiabierto a todos los que allí estábamos. En ese mismo momento entendí muchas cosas que me habían contado de él, que por mi juventud en aquel entonces no había podido ver en persona, pero con el gesto de la guitarra, pude suponer lo que había significado la música en su vida y lo parrandero que fue, pero sobre todo, lo que aportó al folclore y la música en Gáldar.
El 22 de noviembre del
pasado siglo, la ciudad de Gáldar vio nacer a una de las personalidades más
importantes que ha dado hasta la fecha la ciudad, un hombre humilde, campesino
y lleno de sabiduría, como fue Antonio Martín Mederos.
Antonio Martín se
dedicó a la agricultura, más concretamente al cultivo de la platanera, siendo, en
la recta final de su vida laboral, encargado de la finca de una de las tías del
pintor galdense Antonio Padrón. Como la mayoría de las personas de aquella
época, Antoñito no tuvo la oportunidad de estudiar, pero eso no fue impedimento
para tener una letra impecable y escribir a la perfección. Dicen, los que
pudieron conocerle, que tenía varios tipos de letras y una de ellas era como si
fuese elaborada por las imprentas de la época.
En la historia de la
música tradicional de Gáldar, Antonio Martín fue componente de históricos
grupos masculinos por excelencia, como fueron “Los Hijos de La Noche”, nombre
que surgió de su tremenda imaginación, o “Los Cebolleros”, del cual fue
componente desde finales de 1970 hasta mediados de la década de los 80.
El bagaje adquirido en
“Los Hijos de La Noche”, sirvió para que,
gracias a su sabiduría junto con la de Juan Gutiérrez Díaz, tras la mediación
de Juan Manuel Suárez, posibilitara la incorporación de ambos y otros tantos a “Los
Cebolleros”, y aportase a la treintena de jóvenes que meses antes comenzaron su
actividad, para ser más concretos, el 1 de septiembre de 1970, de carisma y estilo. Aportó al grupo, más
allá de su saber musical, su saber estar, ya que fue la personificación del compañerismo, la
simpatía, la constancia y el ingenio creador de letras, además de tener
recopilado todo el repertorio de canciones de ambos grupos. Tal fue la
aportación a “Los Cebolleros” que dicho grupo le homenajeó a finales de 1991
con un disco que lleva por título “Homenaje a Antonio Martín”.
En mi paso de casi 20 años
por “Los Cebolleros”, siempre salían a relucir tres palabras bastante
controvertidas, “golpe de estado”. Con esta expresión se refería a las idas y
venidas de componentes, creación de colectivos nuevos e incluso, como recordarán
a finales de los años 80 del pasado siglo, la existencia de dos grupo con el
mismo nombre, “Cebolleros”. Ante este hecho siempre salía a relucir un nombre,
Antonio Martín, por su carácter moderador, su frase adecuada en el momento
preciso, su personalidad, su gracia, su saber estar y saber elegir el momento
oportuno para atajar las difíciles situaciones propias de todos los grupos. En
medio de los desacuerdos, de las tempestades y de las tensiones, normales en
las largas convivencias, Antoñito Martín siempre fue el hombre clave,
transmitiendo cordura y serenidad, quitando hierro y allanando los caminos.
Otras de las personas importantes en el
municipio de Gáldar fue Juan Manuel Suárez, al que se le debe la existencia de
muchos colectivos en Gáldar. Una persona que ni tocó ni cantó, pero que aportó
al nacimiento y existencia de algunos grupos y que bajo mi opinión, quizás no
ha tenido el reconocimiento que debiera por
ningún colectivo musical de Gáldar. Recuerdo que una vez propuse un
reconocimiento hacia su persona, el cual
no agradó, pero confío en que un futuro no muy lejano se reconozca su
labor.
Juan Manuel en el año 2006 publicaba en
Infonortedigital una semblanza sobre Antonio Martín, ya que él tuvo la suerte
de conocerle y de compartir con él muchos momentos. En dicha semblanza decía lo
siguiente: “creador
de letras, además de tener recopilado todo el repertorio de canciones de ambos
grupos (refiriéndose a Los Hijos de
La Noche y Los Cebolleros). Poseo un gran
número de poemas escritos por Antoñito Martín, que las veces que los leo, me
traen recuerdos imborrables de su personalidad y de su afán creativo. Todo
acontecimiento de importancia en Gáldar, tenía un reflejo inmediato en una
composición literaria”.
Juan
Manuel Suarez dejó escrito, de las composiciones de Antoñito Martín, lo
siguiente:
“La renta en casa de Antonio Martín” 20 de
junio 1980
Entró la renta en mi casa
y miró varios rincones
y como encontró canciones
no quiso dar con la masa.
Esto si que tienen guasa
dijo asomada al balcón
pues, el que ande con bastón
que parece muy contento
me recibió tan atento
dándome un apretón.
A Don Santiago
Machín Pérez, en su homenaje el 11 de mayo de 1979, le dedicó un poema que
empieza con los siguientes versos:
Haz consagrado tu vida
al cultivo del folclore,
cuidándolo como flores
de manera entretenida.
Este principio destaca la dedicación y cuidado de otro gran hombre,
creador de la rondalla de San Isidro “La Milagrosa”, que dedicó todo su tiempo
a la enseñanza de la música y quien también merece un extraordinario
reconocimiento.
En el relato de los acontecimientos ocurridos en Gáldar, hemos de
mencionar el poema que Antoñito Martín dedicó a “Una anciana murió mientras bailaba”,
suceso que tuvo lugar el día 22 de julio de 1979 a las siete de la tarde, pocos
minutos después de iniciarse el baile con “Los viejos de Gáldar”.
Estando unos corazones
bailando frente al casino,
uno se quedó sin ti
y se pasaron los sones
…
La anciana murió contenta
de nadie se despidió,
pero decimos que dios
la llamó pa rendir cuentas.
No podemos silenciar los escritos por Antoñito Martín con motivo
de otro acontecimiento folclórico importante de nuestra ciudad, ,el homenaje
que hicieron Los Cebolleros a D. José María Gil en el Teatro Municipal
(21/04/1978) a quien entre otras, le dedicó las siguientes estrofas:
Admirado folclorista
que a nuestra invitación,
respondiste con precisión
con tu honorable visita.
…
Te queremos y respetamos
porque así es nuestro pueblo,
así crecimos en este pueblo
que tanto queremos y amamos.
Él sabía de su importancia y en cierto modo, con nostalgia y la alegría
de siempre, escribió los siguientes versos:
Ya me estoy poniendo viejo
ya no tengo quien me quiera
me piden alguien consejo
pero estorbo donde quiera
Muchas anécdotas he oído sobre esta
personalidad del folclore. Recuerdo dos bastantes peculiares, de cómo bailaba con una botella de ron en la
cabeza después de una de las actuaciones, o cómo en cada vuelta, después de
actuar con “Los Cebolleros”, camino hacia Gáldar, según subía a la guagua,
cogía el timple y con su palillo en la boca, empezaba a parrandear e improvisar
haciendo composiciones literarias burlescas sobre algún acontecimiento.
El día 5 de junio del año 2001 nos dejaba,
después de su larga enfermedad, uno de los iconos más importantes de la
historia del folclore en Gáldar.
Cuando se cumplen ya 100 años de su
natalicio, creo que es más que merecedor de este pequeño recuerdo para una
persona única donde las hubiere, la cual supo vivir con las tradiciones de nuestro pueblo, de las que
era gran conocedor y que además de transmitir y difundir toda su
sabiduría, aportó composiciones
letrísticas al cancionero de Gáldar. Como bien apuntaba Juan Manuel Suárez “Fue un extraordinario conocedor de
nuestras costumbres, un magnífico letrista y un apasionado folclorista de
aquellos parranderos improvisadores, incansable y alegre, capaz de pasar
días de timple sin tregua”.
Al poco tiempo de su muerte, el pleno municipal,
presidido por Demetrio Suárez, aprobó la rotulación de una calle en su honor,
aunque más de 15 años después no ha sido posible ver rotulada su calle. En el
programa especial número 50 de “Entre Chácaras y Tambores”, intentamos que dicho rútulo viera la luz,
pero más de tres años después no ha tenido éxito nuestra petición.
Quiero terminar esté artículo diciendo, que aunque no pude conocer la vida de Antonio Martín por su propia persona, he puesto gran interés en conocer su andadura y aportación a nuestro folclore, de ahí mi atrevimiento a escribir estas líneas en una fecha tan señala. Como bien dice el dicho popular, “las personas en realidad mueren cuando son olvidadas”. Sin duda alguna no será el caso de Antonio Martín, ya que siempre estará presente en la historia musical tradicional de Gáldar y para los que amamos el folclore.
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