viernes, 13 de febrero de 2015

Retazos del Carnaval tradicional de Canarias


En estos tiempos en el que, en los diferentes rincones de nuestro archipiélago, se celebran las carnestolendas, vamos a darles a conocer un poco de historia y las diferentes manifestaciones que tienen lugar, en nuestras islas, enmarcadas en las celebraciones tradicionales del carnaval de antaño.
La celebración del carnaval está ligada a la religión Cristiana, la cuaresma es quien marca la celebración del mismo, la fecha es variable dentro de los meses de Febrero y Marzo según el año. En el carnaval se combinan muchos elementos propios que permiten durante  su celebración se realicen cosas que durante el resto del año no nos atrevemos a hacer, según se cuenta en el Carnaval todo vale, por eso se cubren el rostro. A pesar de las diferentes formas de celebración que hay en el planeta Tierra, tienen una característica única y exclusiva que es el de ser un periodo de permisividad y cierto descontrol.
Según lo que se ha podido investigar desde tiempos recónditos hasta nuestros días, la celebración de esta fiesta tiene sus orígenes en las fiestas paganas, otra de las teorías que se sostiene y según apuntan algunos investigadores, los orígenes del Carnaval nos traslada al antiguo Egipto y Sumeria, hace más de cinco milenios, con celebraciones muy similares a las del imperio romano, desde donde se fue transmitiendo al resto del Mundo
El carnaval se celebra principalmente en los países donde la tradición Católica tiene lugar y en menor medida con los cristianos ortodoxos orientales; las culturas protestantes usualmente no celebran el carnaval o tienen tradiciones modificadas, como el carnaval danés.
En Canarias los Carnavales son una época de mucha participación, poco tienen que ver las celebraciones multitudinarias y con tanta repercusión de hoy día con aquel Carnaval de antaño. Para conocer la llegada del Carnaval a Canarias tendríamos que viajar hasta finales del siglo XV, poco después de la conquista de Gran Canaria, los primeros Carnavales de los que hay constancia, tienen un claro estilo italiano. Sin embargo en la isla de Tenerife los carnavales no tendrían celebración hasta el siglo XVIII, según se constatan en los primeros escritos que se encontraron referentes a este tema.
Las prohibiciones de esta fiesta no han pasado desapercibidas a lo largo de la historia ya que en el siglo XVII, por orden de la máxima autoridad de aquellos momentos, se hacía prohibición expresa de este tipo de celebraciones.
Ya más recientemente, en el pasado siglo XX, las dos dictaduras que azotaron a España, también prohibieron estas celebraciones. Los Carnavales pasaron a denominarse “Fiestas de Invierno” para de esta manera poder saltarse la prohibición, a pesar de esto en la isla de Tenerife, fue  donde único se siguieron celebrando los Carnavales en Canarias. En el resto de las islas en entornos familiares y bajo la clandestinidad se mantuvo viva esta fiesta ya que se siguió celebrando el Carnaval con convocatorias reducidas y ocultando los disfraces bajo sabanas hasta llegar al local.
A final de la dictadura del general Franco, el Carnaval vuelve a celebrarse con nuevos aires, convirtiéndose en una fiesta multitudinaria, con cambios constantes adaptada a los nuevos tiempos, lo que se denomina “Carnaval moderno”. A pesar de la constante modernización de los Carnavales en nuestra tierra, los canarios en las diferentes islas han sabido conservar el Carnaval más tradicional en su pura esencia que a continuación vamos a exponer.


Los Buches.


Arrecife, capital de Lanzarote que debe mucho,  incluso sus orígenes,  a la importante actividad portuaria del pasado y a su ribera, posee también su carnaval estrechamente vinculado a su puerto. Fue el hombre marinero quien dió vida y jolgorio a  sus calles en las fechas de carnaval cuando iban regresando de la mar, fechas sagradas para ellos en las que amarrar los barcos. Ya recogía en 1880 René Vernau lo siguiente:  “Durante el carnaval las calles de Arrecife presentan una animación que no hubiese sospechado viendo el silencio de muerte que allí reinaba unas semanas antes. Durante todo el día circulan grupos de mujeres y hombres disfrazados. El vestuario que usa estas mascaradas es el de los campesinos que ya solamente unos pocos viejos. Una careta de cartón completa el atavío. Los que no pueden permitirse el lujo de este disfraz se limitan como hizo mi criado a ponerse un pañuelo sobre el hombro o a llevar el cinturón en el pecho. A la cabeza de cada grupo va gente de ambos sexos tocando la guitarra y cantando. El resto los acompañan también cantando  y provistos de unas vejigas de pescado enormes con las que golpean a todos aquellos que encuentran. A cada momento entran en las casas y se ponen a bailar hasta que se les haya servido un vaso de vino o aguardiente. ”  
Tradición, ésta, que en la actualidad, la recoge la Parranda Marinera de Los Buches, constituida en el año 1963. La Tradición de los Buches se había vivido como mínimo desde mediados –finales del siglo XIX hasta 1936 (donde se vio interrumpida al estallar la Guerra Civil Española), aunque hasta 1963 no se atrevieron a salir a la calle por la guerra civil, posguerra y años de censura, si es cierto que en la memoria se siguió manteniendo esta tradición. Los buches celebraban el carnaval igual que el resto de ranchos de máscaras de la época, se reunían un grupo familia o amigos que acompañados de una parranda iban tocando cantando  bailando pegando con los buches a los que iban encontrando. De esta forma se iban metiendo en las casas de los vecinos  quienes abrían las puertas de sus casas y ofrecían a las mascaras algo de bebida y comida. 
Tres son las aspectos que identifican a la Parranda Los Buches; su música, su vestimenta y los buches. Su música es una muestra del cancionero interpretado por los marineros, así como de nuestro folklore tradicional y en muchas ocasiones adaptaciones de melodías como es el caso de la tan característica La Batea del Gofio  o la Querida Lola, sus instrumentos característicos el forito (nombre marinero de los acordeones)  y también el singular pito de agua primeramente basado en los antiguos pitos de los ranchos y luego adaptado con la peculiar forma de barco.
La vestimenta, el vestido tradicional del campesino  de Lanzarote propio de los siglos XVIII y parte del XIX haciendo referencia a la costumbre del marinero de usar como disfraz el traje de campo transformándose de esta forma en  mauros o campurrios denominación que se le daba al hombre de campo, añadiéndosele determinados elementos. Pero, sin duda, el elemento  mas  característico y singular de esta tradición son los Buches, vejigas de pescados grandes infladas, algunas fuentes orales indican que los buches los habían ideados los marineros de arrecife conociendo que los diabletes en Teguise empleaban para pegar unos zurrones y se les ocurrió utilizar los buches de pescado inflados para el mismo fin disfrazándose y ridiculizando al campesino.

Los Indianos.


Una de las celebraciones más peculiares y con más auge y popularidad en los últimos años, es la celebración de la llegada o desembarco de los Indianos, a la isla de La Palma, para ser más exactos a  su capital Santa Cruz de La Palma. Cada Lunes de Carnaval la capital palmera se convierte en hervidero de residentes y foráneos que quieren festejar esta tradicional fiesta carnavalera que tiene sus orígenes en Cuba.
Muchas son las hipótesis de esta fiesta, hay quien apunta que para conocer los orígenes de esta celebración, nos tendríamos que remontar al siglo XIX, cuando un barco que transportaba harina en mal estado, dejo en  La Palma la harina y  algunos la cogieron como elemento principal del carnaval. Lo anteriormente expuesto perderá creabilidad cuando hablemos de las otras conjeturas
Sin embargo, tendríamos que viajar  a siglos anteriores para conocer el posible y más real nacimiento de esta fiesta carnavalera ya que existen manuscritos del Siglo XVIII que ponen de manifiesto la peculiaridad de empolvarse cada Lunes de Carnaval.
Los rituales no pasan desapercibidos para las fiestas paganas ya que uno de los posibles orígenes del carnaval en general habla de fiestas paganas, por lo que una de las teorías habla de ritos ñáñigos de blanquear la piel, o la forma de que nevase en los pueblo indígenas que nunca contemplaron nevar.
Todos sabemos que la isla de La Palma es la más occidental y la que está más cerca de América  de ahí que muchos de los emigrantes palmeros que viajaron a Cuba  después de permanecer un periodo en la isla del Caribe regresasen a La Palma con tradiciones aprendidas allí y dándolas a conocer entre los palmeros que se quedaron en Canarias. Esta tradición  hay quien sostiene que llego de mano de los emigrantes a la isla de Cuba.
Después de conocer las diferentes suposiciones de esta celebración Carnavalera toca conocer el desarrollo de la fiesta. La multitud de participantes parte desde la avenida de Los Indianos hasta la plaza de la Alameda, en medio de una popular batalla donde la única y exclusiva arma para defenderse son los polvos de talco, donde los sones cubanos se hacen notar.
La principal condición para participar de Los Indianos es ir vestido de un impoluto blanco, entre los participantes representan a los emigrantes ricos tras su estancia en Cuba que viene ataviados con sus elegantes trajes de inmaculados linos blancos y crudos, los vestidos de blondas y encajes, coches descapotable, guayaberas, maletas antiguas, sombrillas, billetes, tabaco habano, sombreros de época, mulatas, etc…
Sin duda alguna el personaje más popular por excelencia es la  “Negra Tomasa” que fue creado por  Víctor Lorenzo Díaz Molina, conocido cariñosamente por “Sosó”. Cada año acude puntual a la cita que tiene con los Indianos, su llegada al atrio del ayuntamiento da oficialmente el pistoletazo de salida a la fiesta.
En definitiva, cada Lunes de Carnaval el pueblo Canario participa de esta tradición en la capital palmera donde es imposible llegar de otras islas sino lo organizas con antelación, ya que las compañías marítimas y aéreas no dan abasto para suplir toda la demanda que origina la llegada de los Indianos a la isla bonita.

Los bailes de Piñata.

La religión marca  la colocación del Carnaval cada año y en antaño también, los llamados Miércoles ceniza que es cuando se inicia la cuaresmas, las vísperas ósea los Martes de Carnaval era cuando se celebraban los carnavales en Canarias. Pero se permitía la celebración del Carnaval chico o el Carnaval de Piñata.
Las añoradas mascaritas tomaban gran protagonismo en los bailes de Piñata. Estas se vestían con ropas legadas por generaciones anteriores, la mujer era usual encontrársela vestida de hombre con: pantalón, chaleco, chaqueta, camisa, sombrero, corbata; en las manos  en ocasiones se las cubrían con un calcetín viejo. Cubrirse la cara era el requisito más indispensable para poder participar, se tapaban la cara con una talega blanca recortado los orificios de la boca, ojos y nariz, o bien se colocaban un velo.  Los hombres se vestían de mujer con: trajes enteros, faldas, blusas, pañuelos en la cabeza, chanclas,  calcetines, medias estropeadas, sombrera, y por supuesto la cara cubierta. En ocasiones puntuales se podría ver una mascarita vestida al revés, dando la impresión que caminaban hacia atrás.
En el trayecto al baile se iban encontrado por las veredas y serventías donde se gastaban muchas bromas, con la voz falseada que caracteriza a las mascaritas. Una vez en el lugar del baile se ponían los tocadores en una esquina para animar el baile, las parrandas de cuerdas en ocasiones  se podían encontrar violines y acordeones. En antaño bailar en pareja no era muy usual  en este tipo de bailes eras más usual ya que el animado repertorio compuesto por isas, mazurcas, pasodobles, rumbitas así lo requerían.
Según cuentan la piñata era como una naranja gigante, cubierta retales de colores de la cual colgaban múltiples cintas de colores.  A la media noche la  recordada figura del mandador tomaba un gran protagonismo ya que informaba del  comienzo del baile de Piñata. Los bailadores emparejados hacían una rueda para bailar entorno a la piñata. El mandador iba llevando la dirección de que pareja tenía que tirar de las cintas y en qué momento, una vez que cada pareja tiraba de la cinta, esta se colocaba en los hombros de la mujer.
Como podemos imaginar la pareja que rompía la piñata tenía cierto protagonismo  ya que a todos era un honor romperla. Una vez rota la piñata  caían al suelo un potaje de cosas como: harina, frutos secos, caramelos, gofios, huevos, pastillas de goma, algún ratón, o conejo pequeño.
Una vez que se rompía la piñata se brindaba, se solían tocar algunas piezas más como propina y se daba por finalizado el baile y consigo el carnaval de ese año.
Cabe destacar que múltiples eran los motivos en antaño por los que se hacían los bailes, pero una vez se finalizaba el carnaval ya no habían más bailes hasta después de Semana Santa.

El Mata Culebra.

Uno de los presentadores  más recordados y recordados  en el mundo de las tradiciones y el folclores es Fernando Díaz Cutillas conocido cariñosamente como “Nanino”, en su trabajo “Cuba y Canarias: Relaciones Musicales” cuenta otra tradición carnavalera el Mata Culebra, que cuya supervivencia está relacionada y es inconfundible, ya que su representación es  la adoración a la cobra,  que se pone de manifiesto en África.
La libertad de los esclavos africanos que se encontraban en Cuba en el Siglo XIX era el principal objetivo de este ritual que tienen como difusores a las comparsas ñáñigas.
Marcos Pérez en su trabajo “Carnaval de antaño en Santa Cruz” explica cómo se lleva a cabo este rito por una persona de raza étnica negra llamado Benito  que vivía en  la capital tinerfeña.
En resumen este ritual trata de  simbolizar que se mata una culebra icono  del ser maligno, a través de música, danza y representación. El colectivo “Los Negritos Chancandelas” bajo la dirección de el mayoral (amo y único personaje blanco), a fuerza de látigo impone matar la culebra, en esta ceremonia entonan un canto muy similar a los pies de romances que conocemos en Canarias.

Cabezón, son, son
Que la culebra la mato yo.

Los Carneros de Tigaday en El Hierro.

 En la isla de El Hierro se encuentra uno de los carnavales más temidos que se celebran en Canarias. Si nos trasladamos en Martes de Carnaval a la localidad de Tigaday en el municipio de Frontera, ten cuidado porque Los Carneros estarán en las calles del municipio.
El martes del carnaval los vecinos de Tigaday se tiznan el cuerpo  con betún y carbón, luego se visten con pieles de ovejas, en la cara se ponen caras de carneros ya disecadas, en la cintura portan unos cuantos cencerros, estos se hacen acompañar de pastores también tiznados de negro.
Un personaje destacado dentro de esta representación es conocido  popularmente como El Loco, el cual arrastras por el suelo cadenas y porta un machete el cual arrastra enérgicamente contra el suelo, sembrando el temor por los estruendosos sonido que emite, además se salir chispas por el arrastre del machete contra el firme.
Una vez que los pastores son desatados a media tarde  por el pastor Los Carneros  corren tras la gente que se encuentra en la calle con el objetivo principal de tiznar, asustar y topar a todos los que salen a su paso.

Los Diabletes de Teguise.

En Teguise (Lanzarote) se mantiene una de las manifestaciones más ancestrales del carnaval, Los diabletes de Teguise, tradición popular producto de la mezcla de creencias aborigenes con elementos castellanos y conexiones brujeriles nacidas sobre todo desde finales del siglo XV, cuando llegan a Teguise los primeros esclavos moriscos y negros con sus practicas supersticiosas. La figura del diablete aparece en Teguise, encarnado en el macho cabrio, simbolo de virilidad y fecundidad,
Dan lugar las distintas fiestas y rituales paganos que se fueron cristianizando, a una manifestación del día del corpus en las calles de  Teguise que vestía sus mejores galas para la procesión en el que desfilan junto al Santisimo,  la justicia, regimiento, regidores y los escribanos y delante, los diabletes y los tocadores de tambor.
 Los pastores que años antes habian bailado en la Gran Aldea, con sus cueros curtidos en el agua del mar, volvian muchos de ellos ahora como esclavos y criados a danzar en la fiesta del Corpus vestidos de diabletes, junto al fuego y las carretas. Sus cueros ahora preparados para la mascara eran adobados con manteca y grasa, pagada por los señores y luego por el Cabildo General.
El Cabildo General establecido en Teguise tomó la responsabilidad no ya de comprar las ropas de diablete, sino que pagaba a los que bailaban y tocaban el tambor, Esta tradición del Baile de los Diabletes pasa poco a poco a otras fechas llegando a la fiesta del Carnaval.  Es luego la Sra. Dña. Rosalia Spinola Aldana, quién da a la careta ciertas reformas, ya no es el macho cabrio la representación del diablete, ahora es la de un toro, con sus cuernos y lengua; la piel de diablo deja paso a la lona o "murselina" que en pantalón y chaqueta cerrada es pintada con rombos rojos y negros, los esquilones hechos por herreros o de la madera en forma de cascabel junto al zurrón de cabrito que unido a un palo con una cuerda es el instrumento con que se intenta asustar a los niños y jóvenes. Todo ello constituye un conjunto que a pesar de las diferencias deja claro sus origenes y el sentido que tenian las danzas de los pastores.
Elegua es el vocablo utilizado como reclamo para llamar  la atención de los diabletes, que igual pudiera tener relación con las raíces africanas del diablete pues se conoce  la existencia de religiones africanas que veneran a  la deidad de eleggua  y en las que tambien  tienen importancia los colores negros y rojos y a las que se les relaciona también con la figura del diablo y que han sido llevadas a  lugares de America por los esclavos africanos.
Lo que sí se constata, es que, los resquicios de esta tradición, cobran vida cada año los días cercanos al Carnaval, en Teguise, y aunque en la actualidad son habituales en los cosos de cualquier carnaval, su marco y estado más natural tiene lugar, cuando corren por las calles de La Villa de Teguise haciendo sonar sus cencerros y desgarradores gritos en forma aullidos, encabrietados, tras el reclamo de "Elegua" por aquellos que luego corren espantados, nunca mejor dicho, como alma que lleva el diablo, para no ser alcanzados por el zurronazo que se puedan llevarse.  

El Carnaval Tradicional de La Aldea.

En el municipio de la Aldea de San Nicolás se encuentra uno de los premios Canarias  en la modalidad de cultura popular ellos son el Proyecto Cultura de Desarrollo Comunitario de La Aldea, los carnavales tampoco han pasado desapercibidos para este importante colectivo a ellos se les debe el rescate a finales de la década de los años ochenta del pasado siglo,  lo que se denomina “El carnaval de La Aldea”.
Esta representación fue rescatada tras un minucioso trabajo de investigación y consultando a muchos informantes de esa tierra lejana a la capital, tras las consultas se puedo recuperar la forma de vivir el carnaval del pueblo aldeano.
En ataño se solían vestir a los niños  de cabras y machos, con cencerros y pieles, los participantes iban por los caminos y las calles de La Aldea como si de un ganado se tratase, que eran capitaneados con uno o dos personas mayores que hacían de pastores, incluso hay quien sostiene que incluso iba un perro guiando el ganado.
La escenificación que cada año realiza este colectivo aldeano, los niños se disfrazan con pieles de cabras y saleas, además de tiznarse las manos, pies y cara de negro. La figura del pastor es muy importante ya que un adulto les acompaña, en este número del carnaval tradicional de La Aldea que  nos recuerda cada año las ancestrales tradiciones  que demás tenían que ver con la fertilidad de aquella época.
Otro de los personajes que debemos destacar es el que va vestido de diablo que además lleva una horqueta y camina sobre unos grandes sancos.

Las Viejas Caballotas.

El municipio de los Llanos de Aridane en la isla de Benohare (La Palma) se encuentra una de las noveles tradiciones de Carnaval, data de 1933 como son las conocidas por Las Viejas Caballotas. Esta manifestación ha ido calando en la sociedad llanense. La representación que ha arraigo no es otra sino el conocido y llamado dos en uno que consistes en que un individuo se disfraza mostrando un enfoque artístico con un juego de disfraz en el que los abusones caballeros disfrutan de las fiestas subidos en sus sufridas parejas que hacen gala de fuerza y paciencia para soportar con estoicismo a sus poco caballerosos, caballeros. Todo esto sucede al ritmo de las animadas polcas  en la que se engloba esta modalidad  del  Carnaval.

Sombreros de papel.


En la más pequeña de nuestras islas, la isla de La Graciosa, y aunque con una historia más reciente, su aislamiento y particularidad la han dotado de  una idiosincrasia propia, con manifestaciones singularidades, conformado sus propias costumbres y tradiciones. Tradiciones, muchas en desuso por la rápida evolución y cambio sufrido en su población y cabría añadir, que algunas, hasta casi olvidadas, sólo en la memoria aún viva de los mas mayores, se pueden recordar. Fruto de esta transmisión oral es lo que hoy en día nos llega de su carnaval, así sabemos, que en antaño fue una de las fiestas más celebradas por los gracioseros y que gozaron de cierto renombre llegando incluso gentes de otros pueblos de Lanzarote para disfrutarlos (es sabido también como para los marineros lanzaroteños los carnavales eran motivo para amarrar y parar su actividad pesquera). Aunque las parrandas fueron siempre notables y recordadas en la historia de La Graciosa y en sus diferentes fiestas, sin embargo, eran los Carnavales los más propicios para ellas, formándose parranda durante toda la semana de Carnaval, con sus respectivos bailes al anochecer a timple y guitarra. Tenían lugar en los almacenes de los vecinos, - tienes una enredadera en tu balcón- eran unas de las canciones que entonces se oían, años después, comienza a a funcionar el casino y el baile pasa a celebrarse allí, con la llegada de la pianola, se incluyen otros sones musicales. Una costumbre quizás común a otros lugares en Canarias, fue la de que llegado el carnaval se formaban grupos para disfrazarse, cada año con un motivo, si tocaba ir de lecheras, con las telas de las sábanas blancas de la madre, si eran con prendas negras, las telas de las batas de las abuelas y cuando tocaba de campesinas muchas veces, para formar las rayas de las faldas había que teñir de colores tiras hechas de sábanas; se cosía toda la noche para luego salir por las calles acompañando a las parrandas de casa en casa, en las que invitaban a la copita de mistela, anís y el dulcito ó la torrija. 
Sin embargo, una de las tradiciones más peculiares del Carnaval en la Graciosa era la costumbre de regalar para el martes de Carnaval, las novias a los novios, una camisa, y con una cinta que le igualara, hacerle una pajarita.
Pero, sin duda, lo más añorado en la memoria de los gracioseros y gracioseras más mayores, son los sombreros de papel. De toda la tradición de carnaval recuerdan con especial añoranza como hasta la década de los años 40 del siglo pasado, era costumbre hacer para Carnavales unos sombreros grandes de cartón y papel de colores que decoraban y quedaban muy vistosos y bonitos y de los que ya, tal vez sólo cuatro o cinco mujeres gracioseras, con más de 90 años, recuerden cómo se hacían.





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