La primera intervención de Gilberto Candelaria, será para traernos la segunda parte de las danzas rituales.
Danza de Cintas de Igueste (Candelaria). La Danza de Cintas de Igueste data de comienzos del siglo XX, inicialmente compuesta por hombres vestidos con la ropa de domingo, aunque con el sombrero negro adornado de hermosas y valiosas prendas familiares demostrando el nivel económico familiar. Posteriormente, en los años 50, pasó a ser mixta, y participaba en las principales fiestas del municipio. Su vestimenta también evolucionó y de las zaleas “estilo guanche” cambiaron al traje típico de Santa Cruz.
Ell acompañamiento musical se limitaba inicialmente al tambor, enriquecido luego por instrumentos de cuerda.
Con posterioridad se dividió en dos danzas, una de las cuales tuvo muy pocos años de vida. Tras desaparecer durante algunos años, se recuperó definitivamente en 1990 como Danza venerada de la Santísima Trinidad de Igueste.
Danzas de Cintas de San Diego (La Laguna). En La Laguna la Danza de Cintas también era denominada Danza de Camino ya que representaba una estampa folclórica localizada de forma puntual en algunos núcleos rurales, bailándose casi exclusivamente en las procesiones y posteriormente en las romerías, donde se mezclaba el fervor religioso con las costumbres populares y/o paganas.
En esta danza tradicional está compuesta por doce danzantes, o más, vestidos con pantalón azul y cinta roja a los lados, camisa blanca y lonas; además llevan el escudo de San Diego en el lado izquierdo de la camisa.
Los danzadores entrelazan cintas de diferentes tonalidades a un palo central o lanza, y se alternan en una rueda, evolucionando en sentido contrario, girando alrededor de ella, tejiendo y destejiendo el palo con las cintas de colores. Si el camino lo permitía, en el caso de la Danza de San Diego, se podía bailar en un solo palo, con los jóvenes por dentro y los mayores por fuera. Pero si el camino era muy estrecho, los danzarines bailaban en palos distintos.
Canaria.
De las 25 salinas con que llegó a contar la isla de Gran Canaria para cubrir la demanda de la industria del salazón, además de las necesidades de consumo interno (seis primitivas sobre roca en la costa norte y otras diecinueve salinas sobre barro, la mayoría en la costa sureste) apenas quedan cinco en activo. Languideciendo y en riesgo de colapsar están las del Bufadero en la costa de Arucas, la última salina sobre roca del archipiélago; en producción, las de Bocacangrejo, La Florida y Arinaga en la costa de Agüimes y las de Tenefé en la de Santa Lucía de Tirajana.
En el proceso de las salinas sobre barro hay un momento de salinidad tan alta que el tajo se vuelve rojo, es lo que los salineros de la isla llaman el tajo pintón. “Al preguntar a los salineros mayores –dice José González Navarro, inspector de patrimonio etnográfico y antropológico del Cabildo de Gran Canaria y autor del libro Las salinas tradicionales de Gran Canaria– explican que esa agua «antes venían y se la llevaban para cosas de infecciones de la boca y de los ojos». Tenía propiedades antisépticas así que la llevamos a analizar al laboratorio del Instituto de Algología Aplicada de Taliarte y los profesionales que la analizaron comprobaron que ese color correspondía a una alta concentración de un ser único que sobrevive en estas condiciones hipersalinas: la Dunalliela salina, un alga unicelular que hay que ver con microscopio. Para defenderse de esa hipersalinidad excreta betacaroteno de ahí ese color rosáceo que tiene”.
La entrevista de esta ocasión, nos llegará en la persona de José Manuel Pérez “El Patillas”, que nos hablará de la historia de la Parranda Cuasquias.
Muchos de los momentos épicos de la historia de la música en Canarias, ha tenido como testigo mudo al programa de TVEC “Tenderete”, que, dicho sea de paso, está celebrando en este año 2022, el 50 aniversario de su nacimiento, que fue coincidente con la víspera de la festividad de El Pino, en Teror de 1971.
Como bien es sabido, Tenderete ha pasado por varias épocas a lo largo de los 50 años que lleva en la pequeña pantalla, una trayectoria que ha sufrido algún que otro letargo, sin embargo, se ha convertido en uno de los programas más longevos de la historia de la televisión en España. Me voy a centrar en la segunda etapa del espacio televisivo, tenemos que viajar a mediados de la década de los años 80 del pasado siglo XX para ver el nacimiento de una parranda excepcional que, sin precedentes, salió a escena con unas nuevas formas y nuevos modos de hacer música y de interpretar la música en Canarias. Nanino Díaz Cutillas, presentador del programa, se dedicó en esta segunda etapa a localizar nuevos proyectos musicales y a dar a conocer a personas y colectivos que habían pasado desapercibidos, sobre todo, fuera del ámbito de residencia.
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