En la calurosa mañana de ayer sábado siete de octubre, el barrio de medianías de Santa María de Guía El Palmital, fue el lugar seleccionado por el G.F. Buena Amistad, para celebrar su aniversario número trece.
Como es usual cada año, los integrantes de la mencionada agrupación celebran muy efusivamente cada cumpleaños, de una forma íntima y sencilla los más de 20 componentes, repartidos en cuatro generaciones, ya que, las edades oscilan entre los 16 años y los 92 años, cosa esta bastante inusual en los grupos, se dieron cita en la plaza de El Palmital, para participar de una grabación televisiva, donde interpretaron cuatro temas: Vete a lavar morena, Ay mama Iness, El ron e Isas. Dicha grabación se emitirá por Noroeste Tv, este lunes nueve de octubre a las 21:00 horas, la cual será presentada por el padrino del grupo Moisés Rodríguez.
La primera entrevista será con Gloría Cabrera Socorro, que
nos viene hablar del trabajo “Somos Costeras”.
Frente a la atención que la historia más clásica dedica a
grandes hechos políticos o transformaciones económicas, la etnografía o la
antropología tienen el atractivo de centrarse más en el día a día de la cultura
popular de una zona. Otro punto de interés es que estas disciplinas de las
ciencias sociales se focalizan menos en las clases pudientes, para ocuparse de
las más amplias y humildes, pero con menos presencia en los discursos institucionales.
En este espacio más secundario y menos estudiado podemos situar a grandes
sectores de la población de Lanzarote y Fuerteventura, que tradicionalmente
estuvieron dedicados a la pesca, la agricultura o la ganadería.
Sobra decir que, en un sociedad tradicionalmente patriarcal
y machista, la mujer ha estado más alejada de la atención oficial, olvidándose
o infrarrepresentándose gran parte de su aportación en el funcionamiento de
estas comunidades. Desafortunadamente, carecemos de abundantes estudios de
etnografía y antropología para Lanzarote o Fuerteventura, aunque la buena
noticia es que se acaba de añadir un interesante estudio a este campo con Somos
costeras, un libro de Gloria E. Cabrera Socorro, que indaga en el papel de
la mujer en el amplio mundo de la pesca de Canarias.
La
autora señala desde el inicio que su obra busca saltar la “invisibilización
oficial de la mitad femenina de las poblaciones pesqueras”. Un libro que sigue
el cambio de paradigma motivado por “el auge de los movimientos feministas
(...) que junto a la incorporación de mujeres al campo de la investigación
social y otros sectores extractivos pesqueros (...) han contribuido a iniciar
un cambio de óptica y sensibilidad hacia el sincero reconocimiento del papel
jugado por tantas mujeres en dichas comunidades y a quienes tanto debemos”.
Aunque el libro se
adentra en muchos campos del sector de la pesca, como las conserveras o la
administración de las empresas pesqueras, o el actual papel de la mujer en las
tareas de captura o la acuicultura, en este artículo solo nos centraremos más
en el histórico papel de la mujer en los pueblos de raíces marineras que ya han
casi desaparecido de Canarias. Hablamos de localidades de Lanzarote, La
Graciosa o Fuerteventura como Caleta del Sebo, Cotillo, La Tiñosa, Jandía,
Caleta de Famara, Pedro Barba, Gran Tarajal, Órzola, Playa Blanca, Corralejo,
Pozo Negro o El Golfo.
El
libro tiene especiales referencias a La Graciosa, ya que su autora estudió esta
comunidad en los años noventa en su tesis doctoral. Desde 2003, la antropóloga
Gloria E. Cabrera Socorro da clases en la Universidad de La Laguna, realizando
diversas investigaciones centradas en las poblaciones pesqueras, al tiempo que
ha desarrollado también una carrera como poeta.
Una
de las canciones más populares del folclore de Canarias se titula Somos
costeros y menciona en una de sus estrofas: “A él le toca pescar en
el agua, y me toca pescar a mí en tierra”. El himno, compuesto a partir de la
letra del escritor Pancho Guerra, reconoce una clara diferenciación del
trabajo, en base al género, que se ha cumplido en muchas localidades pesqueras
del planeta.
Esta
arraigada división del trabajo dejaba las múltiples tareas de tierra para la
mujer, mientras el hombre se encargaba de las capturas en el mar, con largas
estancias o jornadas fuera de casa. Frente a la imagen solitaria del pescador
varón como pieza única, la autora plantea adecuadamente que “la pesca
tradicional o artesanal es, por lo general, una producción doméstica de
mercancías en la que participan normalmente no solo los hombres, sino, por
contra, todos los miembros de los grupos domésticos implicados”.
Las
familias eran, en cierta manera, como tripulaciones de un mismo barco en el que
todos tenían que contribuir para llegar a buen puerto: hombres, mujeres,
ancianos/as, niños/as. Desde la captura de carnada a la confección y/o
reparación de las artes los barcos, pasando por la conservación y venta del
pescado, la cooperación intrafamiliar era básica.
En definitiva, la
pesca tradicional era en cierta manera una empresa familiar en la que todos
debían participar. Pero es que además, las mujeres del mar tenían, y de algún
modo siguen teniendo, una “doble jornada”, puesto que han estado tanto al
frente de la búsqueda de fuentes alternativas de ingresos, como del enorme
trabajo casero que suponía el cuidado de menores, mayores y casa durante la
ausencia de los varones: alimentación, sanidad, educación, limpieza, etc.
La enormidad de
estas cargas domésticas, más la inestabilidad de la pesca y el ancestral
subdesarrollo de estas islas llevaba a una potenciación de la red de
colaboración entre mujeres de cada comunidad, una suerte de matriarcado de
supervivencia que permitía afrontar mejor las dificultades del día a día.
En
las antiguas aldeas marineras de las que estamos hablando la mujer cumplía
multitud de funciones. Una de las más habituales era el marisqueo,
principalmente de lapas y burgaos, aunque también podía tratarse
de mejillones, clacas, carnaíllas, etc.
Gloria Cabrera
Socorro recoge en el libro el testimonio de mujeres veteranas de La Graciosa
que, por ejemplo, recordaban no solo mariscar habitualmente en muchos rincones
de esta isla, sino también trasladarse con padres y hermanos a otros islotes
cercanos como Alegranza y Montaña Clara, o incluso al archipiélago portugués de
las Islas Salvajes para mariscar.
La
venta de las capturas no producía grandes beneficios económicos, pero sí tenía
la ventaja de poder secarse y conservarse para su venta y consumo en el futuro.
No solo se trataba de coger el marisco o venderlo fresco, la conservación
también conllevaba varios trabajos, especialmente la de los burgaos,
a los cuales había que sancochar primero, para luego desconchar con mucha
paciencia y finalmente meter en vinagre o escabeche.
Además
de para su consumo o venta, la sal era otro producto esencial para la
conservación de los alimentos, sobre todo pescado, ya que era una de las pocas
maneras que existían antes de la llegada de los frigoríficos. La tarea de
recoger sal natural de la costa era principalmente femenina y, a veces, también
conllevaba trabajos extra para preparar los charcos donde se secaba el agua
para formar la sal.
Otra función
esencialmente femenina era la de la conservación del pescado y marisco, en caso
de no ser consumido o vendido fresco. Siendo estos productos tan perecederos,
la solución tradicional en estos pequeños pueblos era su secado en diferentes
versiones, aunque siempre conllevaba laboriosos procesos. Para empezar, había
que limpiar el pescado y abrirlo si se querían realizar jareas, las cuales
además debían ser atendidas puntualmente durante el secado al sol.
Otro producto
parecido era el de los pejines. A todas estas tareas, las mujeres añadían otras
fuentes de ingresos estacionales o puntuales de naturaleza muy variada con las
que almacenar ahorros, puesto que la pesca de los hombres tampoco garantizaba
una seguridad absoluta, muy al contrario, eran frecuentes los malos años
motivados por causas de todo tipo, desde la meteorología a la propia salud de
los pescadores.
El
mundo tradicional de los pueblos pesqueros de Lanzarote, Fuerteventura y La
Graciosa comenzó a cambiar de forma radical a partir de los años sesenta, con
el turismo de masas como principal motor de esa transformación, aunque con
diferentes ritmos dentro de Canarias.
En las últimas
décadas la mujer se ha adentrando en el ámbito de la pesca desde diferentes
ámbitos que también se tratan en el libro: gestión de empresas pesqueras,
integración en las labores de captura, acuicultura, etc.
El libro finaliza
no solo advirtiendo de la desaparición del rico mundo cultural asociado a la
pesca tradicional (modos de vida, mentalidades, relaciones con el medio,
patrimonio material e inmaterial…), sino también de los complicados retos que
tiene el sector pesquero local y artesanal de Canarias para asegurarse su
futuro. Estas potenciales pérdidas supondrían tanto una merma de la identidad
como de las posibilidades de soberanía alimentaria y socioeconómica del
Archipiélago.
La segunda entrevista llegará desde la Villa de Moya en Gran Canarias, la A.F. Guadalupe que está celebrando su XXV aniversario viene hablarnos de todo lo que ha dado de sí la mencionada efemeride. Su presidente Enrique Pérez, también nos hablará de todo lo que tienen preparado para el VIII Encuentro de Bailadores, que se celebrará el próximo sábado 21 de octubre a las 19:00 horas en el Anfiteatro Pico Lomito de Moya.
Dicho acto contará con la A.F. Cendro de Telde, la A.F. Aythamy de Las Palmas de Gran Canaria y la A.F. Gudalupe de Moya, las cuales serán las encargadas de interpretar la friolera de 36 temas musicales, en los que podemos destacar: Folías, Isas, Aires de Lima, Polca, Tartanero, Santo Domingo, Berlinas etc.. cabe destacar que estas piezas serán bailadas por los cuerpos de baile de los siguientes colectivos: Miguel Gil de Firgas, Cabuqueros, Labrantes y Arboles Canarios de Arucas, de Gáldar Acataifa y Farallón de Tábata, Las Goteras de Santa Brígida, desde San Mateo Vegueros de Tinamar, de Moya Dragos y Laurel, El Salitre del Faycan y Erasmo Hernández de Telde, desde la capital grancanaria Chemida y Poliguanches, Parranda la Aldea desde La Aldea de San Nicolás y Amor Canario de Santa Lucia de Tirajana.
La música serán los siguientes temas:
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